LA INTELIGENCIA EMOCIONAL EN EL ENTORNO LABORAL
Por Virginia Reyes Rodríguez.
Colaboradora del equipo Legal Corporativo.
La inteligencia emocional (IE) se ha convertido en un concepto fundamental que, al implementarse, aporta beneficios en la salud mental y el rendimiento de las personas, no sólo a nivel personal, sino también a nivel profesional.
En el ámbito laboral, transforma la manera en que los profesionistas interactúan, se comunican y se enfrentan a los desafíos. Esta habilidad blanda no solo refiere a la capacidad de identificar, comprender y gestionar nuestras propias emociones, sino también las emociones de los demás.
Múltiples estudios han concluido que, para integrar equipos de trabajo eficientes, resulta más significativo dar prioridad a profesionistas con alta inteligencia emocional, sobre aquellos que presentan un alto coeficiente intelectual, toda vez que los primeros puede generar un mayor impacto positivo en la productividad y clima laboral de la organización, en comparación a los segundos.
Ahora bien, la inteligencia emocional se podría entender como la integración de cinco habilidades principales:
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- Autoconocimiento: Reconocer y entender nuestras propias emociones. Identificar claramente nuestras fortalezas y debilidades, los valores que nos definen y las metas que tenemos establecidas, así como el impacto hacía los demás.
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- Autogestión: Controlar y canalizar nuestras emociones de manera positiva. Los líderes con una alta regulación tienen la habilidad de pensar antes de actuar, evitando así reacciones viscerales o impulsivas.
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- Conciencia Social: Percibir y comprender las emociones de los demás; la empatía construye relaciones más sólidas.
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- Relaciones Interpersonales: Establecer y mantener relaciones sanas y efectivas, a través de la comunicación y colaboración con otros.
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- Toma de decisiones: Utilizar la información emocional para tomar decisiones informadas y efectivas.
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Algunos beneficios de la Inteligencia Emocional en el campo profesional son, entre otros:
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- Mejora de la comunicación: Los colaboradores con alta IE tienden a comunicarse de manera más efectiva, lo que reduce malentendidos y fomenta un ambiente de trabajo sano y en equipo.
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- Resolución de conflictos: La IE permite a los individuos manejar los conflictos de manera constructiva, abordando las emociones involucradas y buscando soluciones que beneficien a todas las partes.
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- Aumento de la productividad: Empleados que son emocionalmente inteligentes suelen ser más motivados y comprometidos, asimismo, tienen un mejor manejo del estrés, lo que se traduce en un mejor rendimiento y mayor productividad.
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- Liderazgo efectivo: Los líderes que muestran alta inteligencia emocional son capaces de inspirar y motivar a sus equipos, creando un ambiente de trabajo positivo y fomentando la lealtad. Daniel Goleman, renombrado especialista en Inteligencia Emocional sostiene en su artículo ¿Qué hace a un líder?, publicado en “Harvard Business Review”, lo siguiente:
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“Los líderes más efectivos comparten algo clave: todos tienen un alto grado de lo que se conoce como inteligencia emocional. No es que el coeficiente intelectual y las habilidades técnicas sean irrelevantes; son importantes, pero como los requisitos básicos para puestos ejecutivos. Mi investigación, junto con otros estudios recientes, muestra claramente que la inteligencia emocional es la condición sine qua non del liderazgo. Sin ella, una persona puede tener la mejor preparación del mundo, una mente incisiva y analítica, y un sinfín de ideas inteligentes, pero aun así no será un gran líder”.
Esto es, la inteligencia emocional es importante para todos los miembros de un equipo, pero en particular para aquellos en puestos de liderazgo. Al respecto, Goleman sostiene:
“Cuanto más alto sea el puesto de un profesional exitoso, más claro queda que su eficacia se debe a sus capacidades de inteligencia emocional”.
Ahora bien, a pesar de los beneficios, también existen desafíos al implementar la inteligencia emocional en el entorno laboral. Las diferencias culturales, la resistencia al cambio y la falta de habilidades para gestionar emociones pueden ser grandes obstáculos a superar; no obstante, la Inteligencia Emocional es un “músculo” que sí se quiere, se puede desarrollar a lo largo del tiempo e implementar en el entorno laboral, a través de los siguientes ejercicios:
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- Desarrollo del autoconocimiento: Desde tiempos antiguos, ya lo sostenía Sócrates “nosce te ipsum” (conócete a ti mismo). El autoconocimiento es el primer paso. ¿Cuáles son los valores y principios que te definen? ¿Cuál es tu motivación o propósito? E incluso, ¿cuál es tu “ikigai” (tú razón de ser)? El saber esto, aplicándolo al plano laboral, ayudará a identificar y comprender el por qué y para qué de tu labor; al tener claro el impacto de tu trabajo, lograrás priorizar y tomar mejores decisiones, alineándote con los objetivos de la organización.
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- Práctica de la adaptabilidad: La habilidad de ser flexible en diferentes situaciones es fundamental para autorregularse y reaccionar de manera apropiada, de acuerdo a las necesidades particulares de la situación.
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- Promover la empatía y reducir el juicio: Ponerse en el lugar de los demás sin juicios, facilita la comprensión emocional y crea un ambiente de trabajo armónico más cohesionado.
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- Desarrolla la comunicación efectiva: Expresa tus necesidades y defiende tus ideas de forma asertiva, sin miedo, libre de agresividad o actitudes pasivo-agresivas.
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- Reflexiona. Reflexionar sobre nuestro actuar en las experiencias pasadas, contribuirá a una resolución de conflictos más eficaz en el presente.
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- Atención plena: Practicar la atención plena y promover el bienestar mental puede ayudar a identificar y manejar nuestras emociones de manera más efectiva; asimismo, ayudará a desarrollar la escucha activa, es decir, la práctica de escuchar para entender y no para responder. La meditación, la escritura en un diario o la práctica del silencio mientras realizas tus actividades diarias, son herramientas eficaces para el desarrollo de esta habilidad.
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- Feedback constructivo: Fomentar una cultura de retroalimentación abierta donde los colaboradores tengan confianza para compartir su sentir y experiencias, fortalece las relaciones laborales y mejora la comunicación organizacional.
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- Capacitación: Implementar y participar programas de formación en inteligencia emocional puede ayudar a desarrollar estas habilidades. Los talleres, seminarios, libros e incluso podcasts, pueden ser herramientas efectivas.
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Podemos concluir que la inteligencia emocional es una habilidad esencial en el entorno laboral moderno, por lo que es crucial para los colaboradores y las organizaciones fomentar su desarrollo, no sólo para la mejorar las relaciones interpersonales (ambiente de trabajo) y la comunicación, sino también para impulsar la productividad y el bienestar general del equipo.